Me encanta el refranero español. El “más vale pájaro en mano que ciento volando”,
el “mucho ruido y pocas nueces” o el de "en el país de los ciegos el tuerto es el
rey” son pequeñas notas de sabiduría popular que por su carácter atemporal
siempre son válidas para dar una buena respuesta.
Hace unos días, ante tanto consejo que estoy recibiendo sobre Qué hacer con mi vida, buscaba una de esas buenas respuestas... y quién busca halla, y yo hallé: "cada uno cuenta la feria, según le va en ella" que me venía al pelo.
De entre las muchas aficiones del españolit@ de a pie , una muy representativa es la de opinar,
hablar, comentar, aconsejar, juzgar,... sobre algo, sólo con la experiencia que haya tenido uno mismo (bueno o también con la experiencia ajena, que esa sí que es gratuita y objetiva). Sin embargo, por gracia o desgracia, sobre una misma cuestión están las dos caras de la moneda, aunque algun@s se empeñen en quedarse con la “cara” que es la que le ha
sucedido a él y por ende te sucederá a ti si sigues al pie de la letra lo que
te aconseja.
Y entre tanto consejo...pienso yo…Y la cruz, ¿nadie me va a hablar de la cruz? Que sí, que no discuto yo eso de que "la experiencia es un grado", pero…
¿Qué
experiencia?
¿La propia o la ajena?
¿Pueden ser dos situaciones iguales?
¿Pueden
ser dos realidades comparables?
¿Podríamos decir a un niño Africano que se compare con uno Sueco?
Ante la falta de respuesta, vuelvo al refranero…
"A buen entendedor, pocas palabras bastan"